Hay un poema en el que Seamus Heaney cuenta la historia de cuando sobre la mano extendida de San Kevin se posó un mirlo, se acurrucó y montó su nido, y de cómo el santo sintió piedad. «Puestos a imaginar la escena, imaginad que sois Kevin». Los versos, las reflexiones y el calor humano del poeta y premio Nobel irlandés llenaron la Residencia de Estudiantes en 2003 y lo volvieron a hacer diez años más tarde, con motivo del homenaje organizado a los pocos meses de su fallecimiento. Recuperamos pedazos de aquella visita que tiene algo de eso que describía el propio Heaney sobre su poema del santo y el mirlo: «transcurre en el tiempo del había una vez, en el tiempo de la leyenda, en el tiempo de los sueños».